Fatiga: La falta de agua puede dificultar las actividades diarias, haciendo que las personas se sientan cansadas y débiles. Dolores de cabeza: Esto puede ser una consecuencia directa de la deshidratación, ya que el volumen sanguíneo disminuye.
Dificultad para concentrarse: La claridad mental puede verse afectada.
Piel seca: Sin suficiente agua, la piel se reseca y es más propensa a las arrugas.
Problemas renales: La deshidratación crónica puede provocar cálculos renales.
Problemas digestivos: Pueden causar estreñimiento e indigestión.
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