Sin embargo, tras examinar este extraño descubrimiento con más detenimiento, la verdad resultó ser mucho menos alarmante de lo que imaginaba. Lo que había confundido con “gusanos” era en realidad el resultado del desgaste y las influencias ambientales. La humedad y el calor del baño habían desgastado la alfombra, provocando que sus hilos de goma se derritieran, se separaran y se pegaran al suelo.
La mujer, aliviada al descubrir que no se trataba de una plaga viva, se enfrentó a un nuevo problema: ¿cómo limpiar la sustancia pegajosa y devolver al suelo su aspecto original?
Recurrió a la comunidad en línea en busca de consejos. Recibió numerosas sugerencias: algunos recomendaban usar agua caliente y una espátula, mientras que otros insistían en una mezcla de vinagre blanco y bicarbonato de sodio.