Una puntuación inferior a 8 sobre 12 ya se mostró una señal de alerta. Combinada con una prueba de memoria breve, esta prueba sensorial demuestra ser tan relevante como algunas resonancias magnéticas cerebrales o análisis biológicos mucho más complejos. Un resultado prometedor.
Una pista valiosa para una detección temprana
¿La ventaja de esta prueba? Es sencillo, no invasivo, económico y podría realizarse en un consultorio médico sin necesidad de equipos atractivos. Sobre todo, ofrecería la posibilidad de identificar a las personas en riesgo antes de la aparición de síntomas visibles, lo que facilitaría un tratamiento temprano y estrategias de prevención adecuadas.
Como señala el Dr. Jeffrey Motter, coautor del estudio, integrar este tipo de cribado en el seguimiento médico rutinario podría transformar profundamente la forma en que diagnosticamos la enfermedad de Alzheimer. Este es un avance prometedor para los pacientes… y sus familias.
¿Qué colores deben llamar la atención?
A continuación se muestran los 12 olores utilizados en la prueba, a los que debe prestar atención si experimenta una incomodidad persistente:
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Olores no alimentarios: jabón, cuero, lila, humo, gas, rosa.
Olores alimentarios: cereza, clavo, fresa, mentol, piña, limón.
La dificultad repetida para reconocer varios de estos olores, especialmente una fragancia familiar como el jabón, puede justificar una conversación con su médico, especialmente si le preocupan otros signos sutiles (lapsos de memoria, desorientación, pérdida de interés, etc.).
Moraleja: Ducharse no es solo un momento de relajación… también podría convertirse en una alerta silenciosa sobre el estado nuestro de cerebro.